Donde antes solo habĂa viento y arena, hoy se escucha la voz de una nueva oportunidad. La Guajira empieza a escribir otra historia, una que se construye con respeto, diálogo y tecnologĂa.
En el corazĂłn de La Guajira, una alianza inĂ©dita entre Claro, Grupo Aval, Promigas y el sector pĂşblico está haciendo posible lo que durante dĂ©cadas parecĂa inalcanzable: llevar conectividad, energĂa y agua a 80 comunidades wayuu. No es una donaciĂłn, ni una intervenciĂłn impuesta. Es una construcciĂłn conjunta, nacida del diálogo y el reconocimiento de una cultura ancestral que, por fin, empieza a conectarse con el futuro sin perder su esencia.
Más allá de las antenas, se tejen sueños
Con más de 314 estaciones base activas en el departamento, Claro ha logrado algo más poderoso que mejorar la señal: ha reactivado el sueño de aprender, de emprender, de imaginar una vida diferente. En las rancherĂas donde antes no llegaba ni la señal de radio, hoy los niños se conectan a plataformas educativas, los jĂłvenes buscan oportunidades de empleo y los adultos se capacitan para emprender.
MarĂa Consuelo Castro, directora de Sostenibilidad de Claro, lo dice con claridad:
«AquĂ no se impone nada. Se conversa, se entiende y se construye juntos. Esa es la verdadera clave para lograr que las cosas funcionen»
Los visitantes se sorprenden al ver televisores, teléfonos inteligentes y hasta sensores instalados en estas comunidades. Pero lo más impactante no son los dispositivos, sino la actitud de quienes los usan. En cada rostro hay una chispa, una sed de conocimiento que conmueve. Lo que otros ven como carencia, aquà se convierte en posibilidad.
Y es ahà donde Aprende con Claro cobra un valor incalculable: una plataforma 100% gratuita, sin costos ocultos, que ofrece educación virtual desde primaria hasta formación para el trabajo. No se necesita más que un deseo genuino de aprender. Y de eso, los wayuu están sobrados.
Claro ha hecho una inversiĂłn significativa, sĂ. Pero, como lo expresa su directora de sostenibilidad, lo que importa no son los millones invertidos, sino las vidas tocadas.
Esta no es solo una historia de tecnologĂa. Es una historia de respeto, de compromiso y de cĂłmo el futuro empieza a construirse cuando se escucha al otro.
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