Tres vidas truncadas. Una carretera solitaria. Y un mensaje de sangre que hiela la piel.
Riohacha amaneció con el corazón encogido tras conocerse la identidad de las víctimas del triple homicidio ocurrido anoche en el kilómetro 20 de la vía que conecta con La Florida. Las autoridades confirmaron los nombres: Jerson Andrei Sanguíno Avendaño, excombatiente del ELN; Boris Omel Rodríguez Alandete, guardaespaldas de la Unidad Nacional de Protección; y Luis Alfonso Bolaños Borja, apodado “Pere”, conocido barbero del sector.
Lo que les hicieron fue más que un asesinato. Fue una ejecución. Los sacaron del vehículo —un Hyundai Elantra azul, placas BBK 570—, les ataron las manos, los obligaron a arrodillarse y les dispararon en la cabeza. El método, frío y despiadado, conocido como “tiro de gracia”. En la escena, los atacantes dejaron un mensaje siniestro: las siglas “EGC” grafiteadas dentro del carro, una firma que ya investiga la Fiscalía.
Jerson Sanguíno había abandonado las armas como parte del proceso de paz. Boris Omel solo estaba cubriendo las vacaciones de un compañero. Y “Pere” era un joven trabajador, querido por su comunidad. Ninguno merecía este final. Ninguna familia debería recibir una llamada como la que ellos recibieron anoche.
El caso ha sacudido a La Guajira. No solo por la brutalidad, sino por lo que representa: una amenaza latente a quienes apostaron por la paz, una alerta sobre la fragilidad de nuestras rutas y una pregunta que no deja dormir: ¿quiénes están detrás de este crimen?
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